viernes, 26 de febrero de 2016

Las aportaciones de la neurociencia

   Gracias a mi paso por una asignatura impartida por el gran Ángel Pérez Gómez en la universidad de Málaga y con la ayuda de su libro "Educarse en la era digital" he podido acercarme (entre otras muchas cosas) un poquito a la neurociencia y así explorar los grandes beneficios que las conclusiones que de ella se extraen aportan al mundo educativo. 

   En mi opinión, es una gran aportación de optimismo y relevancia para la educación, ya que le concede a esta un lugar esencial en el desarrollo de las personas en todos sus ámbitos. Y es que, a través del estudio del cerebro humano, se han descubierto tres grandes evidencias que nos desvelan su funcionamiento y nos aportan las pistas necesarias para conseguir un mejor desarrollo del mismo:

   Plasticidad ilimitada del cerebro: se ha encontrado que las múltiples conexiones neuronales que se generan no sólo al comienzo de la vida sino a lo largo de toda esta, van consolidando ciertos circuitos a través de la repetición de las mismas que son los que posibilitan los aprendizajes. Esto me ha parecido toda una revolución, ya que termina con la creencia anterior de que cuando pasan los años es imposible aprender ciertas cosas o que si se nos da mal algún área de conocimientos es irremediable y no podemos mejorar demasiado en ella.
   Toda mi vida he pensado que era muy mala en matemáticas, sin más, de forma irrevocable (y así, sin sentimiento de culpabilidad). Sin embargo, ahora descubro que esto no tiene por qué ser así y que si me esforzara en crear una rutina de “pensamientos matemáticos” podría mejorar considerablemente en esta área.
   Recuerdo como aquel día salí de clase muy sorprendida por la “noticia” y dediqué gran rato esa noche a analizar mi relación con las matemáticas durante toda mi vida. Descubrí que, desde bastante joven decidí que no eran lo mío y es algo que evito a toda costa. Un ejemplo cotidiano de esto es el simple hecho de pagar una cuenta a medias con mi grupo de amigos: siempre me apresuro en decir eso de “haz las cuentas tu, que se te dan mejor” y ni siquiera intento calcular cuánto deberíamos pagar cada uno. Ahora sé que sin saberlo estaba borrando mis circuitos neuronales, utilizando el ejemplo puesto en clase: hace tiempo que dejé de pasar por el camino de matemáticas de mi bosque particular y las hierbas se han ido apoderando de el, haciéndolo ahora casi intransitable por algunas partes. Así de fuerte es el peso de las creencias.
   La neurociencia, de esta forma, nos ofrece la posibilidad de crear todos los caminos que queramos en nuestro bosque y, a la vez, de dejar intransitables aquellos que ya no nos sirvan. Es decir, nos confirma que somos capaces de aprender y desaprender.

    Relevancia del inconsciente: la neurociencia nos dice que no existe un conocimiento objetivo (esto ya lo sabíamos o intuíamos antes), pero nos explica que el conocimiento es adquirido a partir de las vivencias y experiencias y está cargado de matices, cualidades afectivas, lagunas… que nos hace percibir, interpretar, tomar decisiones y actuar de una cierta manera. Estas redes de conocimientos constituyen hábitos, que influyen en nuestra manera de pensar y actuar. La modificación de estos mapas requiere de nuevas prácticas y rutinas de modo sistemático y repetitivo; sólo por conocerlos no podemos cambiarlos.
   Así, vemos como en la escuela ordinaria no se trabaja habitualmente estos conocimientos, ya que las cosas que hemos aprendido a través de vivencias y experiencias no se modifican por estudiar materias, si no que más bien se “crean nuevas carreteras” paralelas para responder a las exigencias académicas, pero no modifican sus estructuras previas; finalizan cuando se establece su “cambio” (el examen) y después se desvanecen. Además, la escuela no se suele preocupar por hacer conscientes a sus alumnos/as de sus mapas mentales, solo materias, por lo que no estamos educando la personalidad y así el individuo continuará caminando  por los mismos caminos (sean buenos o malos) que ya tenían construidos antes de llegar.
   Estos conocimientos o mapas mentales, tienen más o menos relevancia en función de la peculiaridad emocional en la que se han creado, lo que nos llega al siguiente descubrimiento importante de la neurociencia:

   La primacía de las emociones: según los estudios, los estímulos externos llegan en primer lugar a la amígdala, al hipotálamo, y esta envía una respuesta antes incluso de que seamos conscientes de lo que está sucediendo. Este hecho demuestra que no es posible separar cuerpo y mente, siendo el ser humano un ser emocional que piensa.
   Por otro lado, nos aclaran que las emociones son inconscientes y los sentimientos consciente. Es la corteza cerebral la que controla las emociones después pero si la red de “carreteras” o conexiones así como los mecanismos van siempre en la misma dirección, crean un sentimiento o estado de ánimo que puede ser negativo o positivo. De ahí que como maestros debamos tener clara la interacción de estos elementos en la construcción de la personalidad para ayudarlos a pasar de la personalidad heredada a la adquirida y después a la elegida: debemos proporcionar vivencias, que atrapen emocionalmente a nuestros alumnos/as. Es importante también dejarles aprender con todo el cuerpo, usar los componentes sensitivos, algo que desde siempre se ha venido recomendando para la etapa de infantil pero que pocas veces se lleva a la práctica como debería.

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