En los últimos meses he tenido la
oportunidad de investigar en profundidad junto a mi grupo de trabajo sobre una
de las escuelas más democráticas y libres que existen actualmente: Summerhill.
Summerhill es el nombre de la escuela creada por Alexander Sutherland
Neill y que simboliza su estilo pedagógico. Toda una manera de entender y hacer
la educación. En esta, Neill lleva a cabo su ideario de una educación en
libertad para un mundo más libre y feliz. Se trata de una de las alternativas
más radicales a la educación tradicional, sustentada en el psicoanálisis, el
antiautoritarismo y el autogobierno. Summerhill es una forma de vida; en ella
lo académico queda en un segundo plano y el alumnado tiene libertad de asistir
o no a clase. Se trata de un proyecto singular que seduce a un amplio colectivo
docente al igual que suscitó numerosas reacciones y recelos.
Las
ideas base del sistema de Neill, se podrían resumir en cinco puntos clave como son los siguientes:
1.
El objetivo de la escuela es hacer
niños felices, porque el fin de la educación y
de la vida es la felicidad. Se entiende por tal la
capacidad de interesarse por
la realidad, de ser activo y desempeñar con alegría un trabajo creativo, de responder a la
vida no sólo con el cerebro sino con toda la personalidad.
La afectividad juega un papel decisivo: el niño necesita querer y ser querido para ser
feliz. Y el amor se traduce, en la práctica, en
aprobación, en aceptación del niño tal como es; sólo en un ambiente de aprobación se pueden
desarrollar los impulsos y manifestar las emociones.
2. La escuela está centrada en el niño, se acomoda totalmente a sus
necesidades. Neill consideraba que Summerhill era “una forma de vida”. Por
tanto, su preocupación era que los niños «vivieran» y no que se preparan para
responder a las demandas de la sociedad exterior. Se da una amplia cabida al
juego, que es una necesidad básica para el niño, es la actividad que le
posibilita ser creativo, descargar sus tensiones, expresar sus emociones,
descubrir, inventar, etc. Sólo un niño que ha jugado todo lo que quería durante
la infancia es después un adulto equilibrado y trabajador.
La
enseñanza, en cambio, es secundaria. “La instrucción en sí misma no es tan
importante como la personalidad y el carácter”. El niño aprenderá todo lo que
le interese, e incluso aprenderá muchas cosas que no le interesan si son un
medio necesario para realizar una actividad hacia la que se siente motivada. Lo
importante es la motivación y sin ésta todo aprendizaje es mucho más costoso y,
en ocasiones, inútil. En consecuencia, en Summerhill las clases no eran
obligatorias, los niños podían asistir a ellas o no, nadie decía lo que debían
hacer ni les presionaba moralmente. De hecho, la inmensa mayoría de los niños
asistía a las clases; los que estaban en Summerhill desde pequeños iban desde
el principio; los que ingresaban a los 10 ó 12 años empezaban a asistir sólo
cuando habían saciado su necesidad de jugar. Pero al final, en conjunto, los
resultados académicos de estos niños eran muy similares a los de las escuelas
convencionales
3. La libertad es sin duda la pieza clave de
toda la doctrina de Neill y de la escuela Summerhill. Una libertad entendida de
forma radical y total que excluye el autoritarismo, el miedo y el castigo, pero
también la persuasión, la presión moral y la culpabilización. Esta manera de
entender la libertad distingue a Neill de los educadores de la Escuela Nueva.
“Summerhill es una escuela de demostración, porque demuestra que la libertad es
eficaz” (p. 20). Sin embargo, libertad total no quiere decir libertinaje.
El
lema era vive y deja vivir. El niño es libre, pero también lo son los demás
niños y los educadores y los padres... No hay que dominar al niño pero tampoco
dejarse dominar por él. Los niños deben ir aprendiendo a ajustar su libertad a
la realidad y a la convivencia con los demás. Pero lo que limita su libertad no
es la autoridad de los adultos, ni el miedo al castigo, ni el sentimiento de
culpabilidad, sino el respeto a la libertad y a la propiedad de los otros o las
limitaciones de la realidad misma.
4. La libertad se concreta a nivel
individual en la autorregulación o auto-control. Significa sencillamente dejar que
el niño gobierne su propia vida y decida lo que quiere hacer por sí mismo, sin
ser un autómata que continuamente necesitan órdenes para actuar, Los niños que
llegaban a Summerhill con 8 ó 10 años, después de una educación autoritaria,
sólo podrían llegar a ser “semi-libres”, porque venían “maleados” en muchos
aspectos y no sabían auto-regularse siguiendo sus impulsos naturales, sino que
actuaban en gran medida por reacción contra el adulto. El niño al que se deja
tranquilo se desarrollará sano física y psíquicamente. Es bien sabido que las
conductas negativas respecto a la comida, el aseo y el sueño, las actitudes
destructivas, la mentira, etc., traducen la mayoría de las veces conflictos
afectivos entre el niño y los padres.
Si
se eliminan estas tensiones emocionales en lo posible, el niño hará lo que más
le conviene en todos los sentidos. Además, los niños son activos, se interesan
por las cosas y aprenden de modo natural: «Lo que se llama holgazanería es
falta de interés o falta de salud. Un niño sano no puede estar ocioso; tiene
que estar haciendo algo durante todo el día».
5. A nivel colectivo la libertad se traduce en auto-gobierno. Summerhill es una escuela autónoma
de forma democrática. Todo lo relacionado con la vida social o de grupo,
incluidos los castigos por delitos sociales, se decide por votación en las
asambleas generales de las noches de los sábados.
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